EL ODIADO Y AMADO MARQUES DE SADE
Durante todo el periodo revolucionario, Sade tuvo importantes problemas de dinero. Todos los nobles y los defensores del antiguo régimen fueron perseguidos y aún tuvo suerte de no acabar
guillotinado. Sus hijos habían emigrado a Alemania, y ser padre de emigrados era, en ese moemto, casi un sinónimo de enemigo de la revolución. Pero ha conseguido librarse de la muerte y ahora le toca librarse de la pobreza. Se ve obligado a vender sus posesiones y, al no tener otra profesión, recurre a la de escritor. Es en esta época cuando publica muchas de sus obras (La nueva Justine, seguida de la historia de Juliette, su hermana, Los crímenes del amor, La filosofía en el tocador, ...), pero aún así, pasa una gran necesidad.
Además, otro problema viene a sumarse al económico: cada vez más gente sospecha que él es el autor de Justine, e incluso aparecen artículos en los periódicos que le atribuyen la obra y arremeten contra él. La aparición de otras novelas libertinas como la Historia de Juliette no hace más que agravar la situación. Hace poco que ha vuelto a cambiar el régimen político: ahora es el cónsul Bonaparte el que dirige el destino del país. No importa: la monarquía encarceló a Sade por motivos morales, la revolución aprovechó los mismos argumentos y no va a ser Napoleón quien vaya a perdonarle. En 1801, Sade es detenido y juzgado por haber escrito Justine y la Historia de Juliette. Él lo niega, pero su fama es más fuerte que su palabra y acaba siendo recluido en el manicomio de Charenton.
Allí acabó su vida pública. En este horrible lugar permanecerá hasta su muerte, en 1814. Pero antes de que llegase ese momento, aún tuvo tiempo de realizar una actividad curiosa: organizar representaciones de teatro con los locos del manicomio. M. Coulmier, director del centro, era un hombre activo que se esforzaba por mejorar las condiciones de los reclusos tanto como podía. La idea de organizar representaciones le pareció buena y así, el marqués se encontró llevando a la práctica una de sus mayores aficiones en uno de los lugares que menos hubiese imaginado. Sin embargo, la idea tiene éxito y mucha gente viene desde París para contemplar la nueva "terapia contra la locura". Una de estas personas, un joven llamado Armand de Rochefort, nos ha dejado un testimonio que nos permite tener una visión de Sade en sus últimos años y de la que sus contemporáneos tenían de él. Mientras asistía al espectáculo,
"A mi izquierda se sentó un anciano de cabeza baja y mirada de fuego. La cabellera blanca que le coronaba prestaba a su rostro un aire venerable que imponía respeto. Me habló varias veces con una elocuencia tan calurosa y una inteligencia tan variada que me inspiró mucha simpatía. Cuando nos levantamos de la mesa, pregunté a mi vecino de la derecha el nombre de este cordial caballero y me respondió que era el marqués de S***. Al oírlo me alejé de él con tanto terror como si me hubiera mordido la serpiente más venenosa. Sabía que este detestable anciano era el autor de una novela monstruosa en que estaban publicados todos los delirios del crimen en nombre del amor. Había leído este libro infame, que me había dejado la misma impresión de repugnancia producida por una ejecución en la place de Grève, pero ignoraba que un día vería a su creador admitido a la mesa del director de una institución pública."
Aún tendrá que enfrentarse con algunas dificultades, pues todavía hay quienes le consideran peligroso, e intentan enviarlo a otro lugar en el que no tenga contacto con otras personas. Afortunadamente, estas gestiones no progresan y permanece en Charenton hasta el final de sus días.
Su epitafio (que, por lo visto fue escrito por él mismo) revela perfectamente en qué consistio su vida:
Arrestado bajo todos los regímenes.
Paseante,
arrodíllate para rezar
por el más desdichado de los hombres.
Nació en el siglo pasado
y murió en el que vivimos.
El despotismo, con su horrible mueca
en todo momento le hizo la guerra.
Bajo los reyes, ese monstruo odioso
se apoderó de su vida entera;
bajo el Terror reaparece
y pone a Sade al borde del abismo;
Bajo el Consulado revive:
Sade vuelve a ser la víctima.
Efectivamente, fue apresado bajo todos los régimenes bajo los que vivió, aunque sus hechos probablemente no lo merecieran. Escuchemos lo que el propio marqués decía a este respecto:
"Sí, soy un libertino, lo reconozco; he concebido todo lo que puede concebirse en este sentido, pero ciertamente no he hecho todo lo que he concebido, ni lo haré jamás. Soy un libertino, pero no soy un criminal ni un asesino, y, ya que se me fuerza a colocar mi apología junto a mi justificación, diré pues que, tal vez, sería posible que aquellos que me condenan tan injustamente como lo han hecho pudieran contrapesar sus infamias con mis buenas acciones tan probadas como las que yo puedo oponer a mis errores."
En efecto, su primera detención ocurrió por entregarse a actos sacrílegos con una prostituta. La llevó a una habitación y la obligó a relizar ciertos actos como los que se leen en sus obras (pisar un cruzifijo, maldecir, fornicar poniendo una hostia consgrada en la entrada, etc.). También practicó un poco la fustigación con ella, pero parece ser que eso no impresionó mucho a los tribunales: todo radicaba en el sacrilegio. Pero, ¿acaso no habría ocurrido hoy en día lo contrario?¿Qué tibunal moderno se atrevería a condenar a alguien por sacrilegio? Una pequeña multa o un corto arresto por azotar a la prostituta y nada más.
El caso de Alcueril, que tantos problemas le causó, sí que merecía realmente alguna temporada en prisión, pues parece ser que las torturas que ejerció sobre la joven eran de una cierta importancia. Sin embargo, ¿cuantas personas practican este tipo de torturas voluntariamente, incluso hoy en día? Además, hay pocas dudas respecto a que la joven se estuviese prostituyendo y, por lo tanto, aceptase hasta cierto punto someterse a los caprichos de su cliente, como ha ocurrido siempre, ocurre hoy en día, y seguirá ocurriendo en el futuro.
Sobre el caso de Marsella, la acusación de envenenamiento cae por su propio peso y las mejores pruebas son que las mujeres no murieron y que el mismo tribunal de Aix, cuando años más tarde reabrió el caso, encontró inocente al marqués. La acusación más grave que se hacía sobre él era la de sodomía, que pocos jueces se atreverían a sostener en nuestra época, ante el riesgo de ser acusados a su vez de discriminación. Una muestra más de lo débiles y cambiantes que son los juicios humanos.
En cuanto a sus detenciones tras la revolución francesa, básicamente debidas a Justine no deja de sorprender que una misma persona fuese arrestada tantas veces y bajo tantos gobiernos distintos, e incluso estuviese a punto de ser guillotinada por escribir un libro que hoy podemos encontrar en cualquier librería, por lo menos las mas comunes de sus obras.
En general, no parece que los actos del marqués hayan sido tan espantosos como los que tanto abundan en sus obras, y la leyenda que lo presenta como un monstruo sanguinario parece ser más fruto de la imaginación de ciertas personas que del análisis exhaustivo de sus actos. Nunca fue acusado, al menos con un mínimo fundamento, de asesinar a nadie ni de haberlo intentado. Los hechos libertinos de los que se le acusa no parecen haber sido peores que los de cualquier noble libertino de la época, e incluso menos graves que los de otros, como el conde de Charolais, y si bien algunos de sus actos pueden considerarse vergonzosos, la reacción de los gobiernos y los jueces sobre él no fue menos desmesurada e injusta.
Sus obras son:
"Aline y Valcour o la novela filosofica"
"Cuadernos personales o Notas literarias"
"Cuentos, historietas y Fabulas del siglo XVIII"
"Dialogo entre un sacerdote y un moribundo"
"El episodio de Villeterque"
"Ernestina o un cuento sueco"
"Eugenia de Franval"
"Historia secreta de Isabel de Baviera"
"Justine"
"Juliette",
"La Filosofia del Tocador",
"La Marquesa de Gange",
"Las 120 Jornadas de Sodoma",
"Los Crimenes del Amor",
"Los Infortunios de la Virtud"
Nota de Lilíth: Para los/las amantes, como este Angel Negro de la atormentada y fascinante vida de este peculiar Marques y sus prohibidas obras, os recomiendo sin dudarlo la pelicula "Quills", con el personaje de Sade maravillosamente interpretado por el actor Geoffrey Rush.
2 Comments:
Cariño, tu imagen quedó perfecta...
Besos,
Kat
Muy interesante tu apología de Sade. ¿Sabías que en la toma de la Bastilla, en lugar de los cientos de presos políticos que nos gusta imaginar en realidad solo se liberaron a siete presos, uno de ellos él?
Desgraciadamente, creo que caes en un pequeño error: descontextualizas el juicio de la persona. En un juicio actual efectivamente solo algunas de sus acciones serían reprobables, y seguramente no las que le condenaron, pero en el momento en que viivó no era así.
Sade es especial porque hace y escribe lo que hace y escribe en el momento que lo hace y escribe.
No veo a donde lleva juzgar con parámetros del s.XXI a alguien de finales del XIX. Muchos próceres de la historia no resistirían dicho juicio, Cristo mismo envía de vuelta a casa al esclavo.
En cualquier caso no te tomes el comentario como una crítica, pues es solo el matiz que no me ha acabado de llegar en relación a un texto muy interesante que me ha gustado mucho.
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